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Bill Curtsinger |
Remojo los suspiros en café, en una hora sin memoria. Nado en espiral y siempre termino en humo. Me trago la vida a sorbitos, alargando el placer con impudicia. Soy yo devorando mis ganas, mirándome por dentro, vísceras y alma. Se empañan mis ojos, con señales de un mundo en que viví, antes de nacer en este momento. El café es otro planeta, donde puedo respirar sin máscara y nadar sin prejucios. Hicimos un pacto de silencio y cooperación.
1 comentario:
La gran bebedora de café... yo también tengo un pacto.
Un abrazo.
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