Escenario :
Mi cuarto de siempre en mi casa de siempre. Mi cama, atestada de almohadas y mi fiel osito “Rogelio Alcanfor”, de blanco a gris y de gris a verde de tanto apretujamiento.
Personajes :
Vero : Simpática treintañera con algo de paciencia para los hijos de los demás evidentemente porque no tiene propios.
Ricitos : Simpática niñita de aproximadamente 3 años con un carácter de niños índigo con la personalidad ya fuertemente definida.
Escena Inicial y Final :
Ricitos : (Habiendo agarrado el “necesercito” con las pinturas de labios de Vero) ¿Cómo che abre Vero?
Vero : Ya va mamita. Sube el brochecito este...
Ricitos : (Alumbrada su carita de la felicidad de ver tanto maquillaje de adulto a su disposición. Abre una de las pinturas y se la lleva a la nariz) ¿A qué huele Vero?
Vero : A caramelo
Ricitos : (Cerrando la pintura anterior, abre la siguiente que consigue) ¿Y ésta? (Y se la vuelve a llevar a su particular naricita, manchándola por supuesto)
Vero : A vainilla
Ricitos : Vero, vero (Vero, tratando de ver un programa de televisión)
Vero : Uju...
Ricitos : ¿Esta a qué huele?
Vero : (Intentando ver el final del programa) No sé mi amor...
Ricitos : Huele rico Vero... Ya sé... Huele a ti...
Vero : (Sonriendo...)
"Dicen que fue un traductor del griego quien le enseñó su mundo imaginario". Verónica del Mar. Silvio Rodríguez.
mayo 06, 2005
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