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Jean Francois Dupuis |
El tiempo va pasando y una se va disolviendo; es poco menos que un recuerdo, una foto desgastada en un cajón olvidado de una casa en ruinas. Por eso las canas y el encogimiento. Una va recogiendo los pasos desperdigados y se los echa en la espalda, dónde más, si ya el vientre está reseco, la piernas preñadas de cansancio y los pies sordos. Transeúnte sin nombre, insignificante brizna de una amnesia colectiva. Solo queda la esperanza de que el viento sople fuerte y me impregne en todas las cosas que no fui.
2 comentarios:
Bello. Muy bello texto, Verónika.
Un abrazo,
Jorge
Precioso.
Estoy un poco abandonada de estos quehaceres porque otros me retienen.
Un abrazo.
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