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John Woolmer |
A Salvador
Esperé diez años a que me crecieran alas. Esperé diez años y siete vidas a que nacieras tú. Jugaba a vivir en las ramas de mi destino. Merodeaba los días desde una ausencia crónica. Amé y erré, para reconocerte a tu llegada. Aprendí besos y canciones. Nunca fui virgen, pero me mantuve niña hasta encontrarte, para crecer juntos o preferir el reino de los cielos. Fuiste mi tristeza tantas veces. Te añoré veinte mil noches y te grité: -¿Quién eres?, ¿estás?-. El silencio contestaba como una página en blanco, y yo escribía, cualquier cosa, sin cesar. El verbo fue el principio y tú eres mi fin. Te conté cuarenta años en cien mil palabras. Mandé mensajes en botellas para naúfragos principiantes, como una romántica decadente. Ahuyenté imposibilidades como San Jorge a un dragón. Acometí la realidad con ingenua magia y verdadera incompetencia, y Dios me tuvo compasión. Usé las noches sin luna para ensayar mi vuelo, y terminé en algún barranco hasta que las alas me crecieron. 2239 millas y pico volé, y aprendí que el amor deja mudo al miedo.
2 comentarios:
Preciosa búsqueda y maravillosas letras.
Un abrazo,
Hermoso texto.
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