Límite

Corteza - M.C. Escher

¿Cuántas tazas de café caben en un riesgo?. ¿Cuántas tazas se necesitan para adormecer pensamientos inquietos, locos, lacerantes, inútiles a una existencia fuera de su circunscripción?, o ¿cuántas para exaltarlos, embullarlos, retarlos a que aparezcan y siembren cizaña, exploten confusiones, enreden situaciones, rompan vínculos-neuronas?. El límite se extiende incalculable, indefinido, paralelo a la sombra del tiempo, ausente de espacios infértiles, de argumentaciones insignificantes; se distiende a su gusto viajando en sondas que exploran un más allá, va y viene exento de cualquier preeminencia orgullosa y escandalosa, superada siglos atrás, paseando su esencia en pasarela pedagógica ante un simple mortal bien definido, por su desconocimiento, por los abismos que apenas temerosamente logra palpar con su vista sin atreverse a sentir en su vastedad. Esos vacíos, como minas antipersonales, que ya sea aquí o en la próxima esquina te dejan mutilado de principios y claramente aceleran el fin. En ese intervalo angosto, de incertidumbre, donde la zozobra aletea a imprevisto antojo de embarazada, mimada y caprichosa, las manos se hacen inminentes, hacia el cielo o hacia el pecho, implorando el verbo que se haga pie.