Sueño

Me dejo llevar obedientemente por los acordes de una guitarra. Caigo en el canto de un ave que pasa casualmente por la ventana y se detiene al verme abierta en mil. El pájaro va por un poco de polen a una vistosa flor de carnaval y me estornuda en las trenzas de una niña que me lleva al encuentro con su primer amor. En el parque hay un clima rosado cuando se encuentran los enamorados. En un brusco movimiento de cabeza la niña se suelta las trenzas y del asombro de ver a la mujer que apareció después del largo y húmedo beso, rodé a la espalda de un labrador dorado que guiaba a un muchacho ciego. El bueno de Jack no puede evitar mirar disimuladamente a una perrita callejera; cuando pasa a su lado mueve elegantemente la cola y me manda a volar hasta la mochila de un viajero. En sus pies se ven las huellas de muchas tierras, en su cabeza muchas fotos y en su corazón un solo nombre. Todavía no se piensa detener; ¡ahora es cuando!. Escucho a lo lejos un sueño que me llama. Me apresuro a regresar agarrada al tubo de escape de la moto que lleva al caminante a su camino. Subo de dos en dos las escaleras aprovechando el tintineo del móvil que me abrió amablemente la puerta. Me deslizo suavemente con el sonido de la última nota de madera y miel, me meto por una rendija de sus chiquititos ojos y me quedo complacida, a dormir en él.