Me mezo con violines y notas de teclas. Un impulso que parece musa disfrazada de locura se apodera de mí y un rictus de inspiración me hace ver como posesa en vitrina buscando escapar.
Escapo por una rendija, impulsada por el vaivén de olas en la nota precisa, como aire de mar inhalado por todo lo concreto, por todo lo animado, desanimado o inanimado, insuflando ritmo, haciendo sólido lo irreal, materializando lo imposible, provocando luego destrucción en combustión espontánea y resurgiendo de escombros como ave fénix, que en ávido vuelo se estrella en las nubes y explota en lágrimas y semillas de las que surgen otros yo.
Escapo por una rendija, impulsada por el vaivén de olas en la nota precisa, como aire de mar inhalado por todo lo concreto, por todo lo animado, desanimado o inanimado, insuflando ritmo, haciendo sólido lo irreal, materializando lo imposible, provocando luego destrucción en combustión espontánea y resurgiendo de escombros como ave fénix, que en ávido vuelo se estrella en las nubes y explota en lágrimas y semillas de las que surgen otros yo.
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